"...es que esto de escribir es un dolor que nos viene horadando de continuo, que nos nace de pronto como nace de nuevo un corazón que estaba muerto..."
"Vicente Martín Martín"

lunes, 15 de julio de 2013

El tango suena de otra forma





Tal vez no era yo quien esperabas

y en mi piel vinieran tatuados

todos los inviernos,

quizás las insignias me resbalaran de orgullo

y las manos se me quedaran tan pequeñas

que sólo supiera tocarte con un verso.

 

No era yo quien buscabas

ni este arcón polvoriento el armario

donde elegir auroras,

no mi mirar en barbecho

ni esa pasión a la que, desde niña,

puse trampas con queso en cada pálpito.

 

Un instante antes

los geranios apostaban color en el alféizar

para nacer despacio,

los cuentos tenían final de cuento

y las mañanas se desnudaban unísonas

a la espera de todos los aromas.

 

Pero la puerta se abrió y estaba yo,

con un dedal y una chistera,

con un castillo de mármol bajo nieve

y un paraguas pintado

sobre una servilleta del café de las cinco.

 

No era yo la princesa

ni en mi mapa al revés

existieron jamás las coordenadas.

 

No era yo, pero hoy, aquí, contigo,

sobre esta paralela de escenarios inexpertos,

el tango suena de otra forma.


lunes, 1 de julio de 2013

Inventándote


Nunca te vi con aquel pantalón gris

de mis sueños de invierno,

ni esa sonrisa con que los árboles

descienden de sus egos para volverse estrellas

en las noches sin piel.

 

No solías maquillarte cuesta abajo

para deslumbrar sombras,

te pintabas párpados nuevos cada tarde

para soñar en sepia, en blanco y negro,

en todos los colores de un vidrio bajo el sol

y no adulterar la creatividad de los ángeles.

 

No te vi cerrar los ojos con un beso

y desear el fin del mundo,

mecerte en la vertiente de un susurro

o disecar el destierro entre mis brazos

para presumir de proscrito enamorado.

 

Quizás el deseo adquirió tu rostro con la inercia

de quien viste mañanas

bajo el silencio turbio de un invernadero,

quizás no eras tú sino la ausencia,

con la mirada bizca y el reflejo torcido,

insistiendo en el portal equivocado.

 

Pero eras tan real

que tu voz ha quedado circunscrita en cada rezo,

en cada suspiro nostálgico por lo inamovible.

 

Y ya sólo puedo quererte,

como un poeta al destiempo,

con la fragilidad de quien abandona su cuerpo

para sentir la gloria

de vencerse, una y otra vez, a sí misma.

 

Y seguir inventándote en todas las historias.


 

Muerte

Al otro lado del espejo,

con esa opacidad que desdibuja el rumbo

y sonrisa de hermana,

blandiendo un diapasón y un gladiolo en los huesos,

provees, ignorante, del silencio al silencio

con tu uniforme de pánico

y una maleta con lo imprevisible.


Me observas cada aurora

disimulando el tiempo bajo la escarcha,

ensayando sonrisas por si acaso

y dedicando estribillos a las primaveras ocultas

bajo el limón tembloroso de un papel de hielo.


Allí aguardas tu turno

sin importarte el carmín ni la mirada

que deletrean mis triunfos,

sin procurar que el amor, o el desencuentro,

hayan desvirgado, alguna vez, mi ausencia.


Allí esperas cauta, invertebrada,

con tu anzuelo de azar adolescente,

el despiste del verbo,

la caricia soez del declive

con que amamantar los sauces.