"...es que esto de escribir es un dolor que nos viene horadando de continuo, que nos nace de pronto como nace de nuevo un corazón que estaba muerto..."
"Vicente Martín Martín"

martes, 11 de marzo de 2014

Ella

Acrílico sobre lienzo.
2011



Ebria

Acrílico sobre lienzo. Hace ya muchos años de esto.
A muy buen recaudo



Pasará

Porque todo pasa…


Hay un beso en cada esquina
esperando las alas con que volar a tus labios,
un quejido inaudible de montañas que se parten
con una mirada al borde,
unos hombros desnudos que recuerdan
la perfección del canto de una piedra
a su paso, indeleble, por el agua.

Hay un café, un día naciendo
en la arista de un sueño compartido,
un te quiero disecado en cada labio
y la certeza
de un morirse mil veces en tu cuerpo.

Un muro también, sí,
donde el camino parece dislocarse
como un prisma desnudo al mediodía,
un muro que oculta las orquídeas
y adormila canciones,
el mismo que se expande en una lágrima
y que, algún día, contemplará en mi espalda
esa tormenta ajena alimentando
la agonía de los bosques.

Hay un muro, sí,
pero también el mar en tus ojos,
un sueño, un café
y un beso con alas al otro lado.

Nos quedamos sordos

Silencio solamente,
un equipaje frustrado en cada párpado
y un quejido tetrapléjico
supurando por las colmenas del alma.

La vida allí,
al grosor exacto de la bisectriz de un sueño
y mis ojos pequeños,
demasiado pequeños para abarcar la noche.
Tú al lado,
con tu caudal de besos,
tu te quiero insomne
y un enjambre de horas para el tiempo.

Yo, como una oveja,
 rumiando mis angustias
en la voz quebrada de un mendigo,
tejiendo la otoñal sonrisa
de una flor de azahar en primavera,
inmensamente lejos
buscando las respuestas de un destiempo
que ya no es rostro de nadie,
abrazando gorriones
para ser ambos a medias
en mi egoísmo innato.

Nos quedamos sordos, algún día,
a los suspiros del alma,
a ésos que bailan en mis dedos cuando escribo,
en mis ingles cuando anhelo,
ésos que han ido callando, poco a poco,
a los pies de otro ciclón ingobernable.

Por ello te pido, mi amor, dime
y escucha,
acércate esta noche hasta mi pecho
y siénteme ese alma, con su dolor extremo,
con el amor efervesciendo en cada gramo,
antes de que la voz lo inunde todo
con sus azulejos grises
y sus muertos vivientes.